Estas estructuras, que aúnan propiedades térmicas y decorativas, se han convertido en un elemento estrella de terrazas y jardines
El poeta Jaime Gil de Biedma expresó su pertenencia a una familia acomodada con estos versos publicados en 1959: Yo nací (perdonadme) / en la edad de la pérgola y el tenis. De aquella época hasta ahora ha cambiado el mundo de las pérgolas. Ya no son tan elitistas y ahora se llevan las bioclimáticas.
Aparte de su consideración estética, protegen contra las inclemencias meteorológicas mientras favorecen la entrada de la luz del sol y el control de la ventilación. Su instalación en patios, jardines y terrazas, en viviendas, hoteles y restaurantes, ayuda a que se pueda disfrutar del espacio al aire libre en todas las estaciones.
El material, de aluminio por completo, representa una revolución respecto a las tradicionales pérgolas en Europa o en España, compuestas por lonas acrílicas o de PVC. Este producto regenera el aire gracias a las lamas orientables y limita el calor.
¿Cómo funcionan? Al girarse las lamas, entra la luz y así se aprovechan los rayos del sol para calentar la casa. Pueden estar automatizadas dirigidas por un mando a distancia o con activación manual, por medio de una manivela.
Diseñada especialmente para el verano, también puede utilizarse en invierno, aunque algunos propietarios prefieren durante los rigores del frío rodearla con paneles de cristal o toldos. Los sistemas de paneles retráctiles se cierran, lo que permite la protección del espacio para que ni la lluvia ni la nieve impidan disfrutar de la zona. Disponen de un sistema de desagüe que limita que la apertura de las lamas provoque la caída del agua sobre los allí presentes.
Estructura robusta
Julio Cenisergue Romero, delegado comercial de Siplan en la zona centro, explica la diferente tipología de estructuras: «Se instalan con pies o pilares de 125×125, 150×150, incluso más anchos. Luego pueden llevar un módulo o dos. Ahora ya se fabrican pérgolas de hasta 7 metros con solo dos patas y de un solo módulo. Han evolucionado mucho y seguirán haciéndolo. Además, se puede poner calefactor, iluminación LED o música».
La pérgola bioclimática favorece la filosofía ‘Passivhaus’ porque contribuye a una máxima eficiencia energética pues el usuario puede prescindir de otros sistemas de climatización que suponen un considerable gasto. El futuro del producto pasa por la apuesta por una mayor sostenibilidad, sostiene el experto: «La motorización cambiará gracias a las instalación de placas fotovoltaicas».
Una ventaja con respecto a sus antecesoras, las pérgolas con tela, es que requieren un menor mantenimiento. Además, la utilización de materiales resistentes a la intemperie implica una mayor durabilidad. Sobre el coste, Cenisergue detalla algunos precios orientativos: «Entreparedes, que no lleva pilares, con cuatro metros de ancho y cuatro de salida, están entre 8.000 y 9.000 euros; la estructura pared portería, que lleva dos pilares, con cinco metros de ancho y cinco de salida, oscila entre 14.000 y 15.000 euros; y la estructura autoportante, que es un cenador cuatro pilares, con seis metros de ancho y seis de salida tiene un importe entre 19.000 euros y 20.000 euros».
Efecto Venturi
Alude también De Dios al efecto Venturi (un fluido en movimiento en el interior de un conducto cerrado disminuye la presión cuando pasa por una zona de sección menor): «Cuando en las lamas se produce un estrechamiento se acelera el aire y se empuja más rápido el aire frío que entra en la pérgola».
Las pérgolas de esta compañía disponen de una regulación de las lamas entre los 0 y los 135 grados y permiten elegir entre sol y sombra, aclara De Dios: «Si queremos que entre el sol, abrimos las lamas a 135 grados. Si apostamos por la sombra, la regulamos a nuestro antojo».
La sensórica está muy presente en los distintos tipos de pérgola bioclimática, indica el gerente de Graditel: «Lo que más se suele utilizar es el sensor de lluvia, que permite que se cierren automáticamente las lamas si no nos encontramos en casa. También los de luminosidad. Otros sensores que se usan, pero no están muy implantados, son los de temperatura, para evitar que se congelen las lamas, y los de viento. Personalmente creo que solo es necesario un sensor de lluvia».
Algunas pérgolas están interconectadas con sistemas domóticos, lo que hace posible el control de la apertura y el cierre de las lamas mediante el teléfono móvil. Las estructuras están disponibles en distintos estilos, materiales y colores, lo que permite la adaptación al estilo del hogar y a las preferencias del cliente.